viernes, 12 de noviembre de 2010

Martitas buenas y malas

Escucho a Carlitos Balá en la tele decir que tardó muchos años en casarse. “Martita es una chica seria”, le dijo su suegro. “Ya lo sé, sino no estaría con ella e iría a buscar alguna a un piringundín”, le contestó.
No conozco mucho de Balá, salvo que inventó un recipiente para que los que éramos niños en la edad en que yo era niña dejáramos el chupete, y algunas otras cosas que me contaron mis viejos. Pero no necesito saber nada más sobre él para entender que cuando nombra a su esposa como una “chica seria”, como tantos hombres supone que hay mujeres que pueden calificarse como serias, para casarse, para tener hijos, para estar en la casa, y otras que solo sirven para divertirse, para abusarse, para humillarse y humillarlas.
Pienso esto porque escuché, antes de darle volumen a la tele, una entrevista que hace unas semanas grabé con Sonia Sánches. Soy consciente de que pocos la conocemos. Sonia escribió el libro “Ninguna mujer nace para puta” y sostiene que para terminar con la prostitución, las mujeres tenemos que empezar a sacarnos el corset de la dignidad que no es impuesto y ser simplemente novias, madres, hijas, estudiantes, trabajadoras y ya no tener que demostrar todo el tiempo que podemos ser “dignas novias, dignas hijas, dignas estudiantes y dignas trabajadoras.”
¿Por qué algunas somos ejemplares, buenas chicas, serias, y otras no? Con los hombres no pasa lo mismo. Si aunque sean vagos, mugrientos, infieles, violentos e irresponsables, sus amigos lo admiran, su madre cuenta anécdotas con una sonrisa, su padre lo aplaude por macho y hasta algunas mujeres intentan cambiarlo en nombre del amor. Nadie los niega. “Así son los hombres”, intentan convencernos.
Esto pasa todo el tiempo. En unos pocos minutos y en el mismo canal donde vi a Balá, una señora por el noticiero habla de “una chica fácil”. ¿Y los hombres fáciles cuáles serían? ¿Los que no pueden decir que no a ninguna mujer porque dejan de ser machos?
No creo que ninguno de los hombres que hoy va a los piringundines a buscar chicas fáciles para divertirse, mientras le miente a su novia, la futura madre de sus hijos, tenga ganas de tener una hija a la que llamen de esa manera. A la larga, todos quieren tener Martitas.